Permiten determinar la presencia de mutaciones genéticas heredadas que aumentan el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer.
Facilitan la identificación de individuos con predisposición genética al cáncer, lo que permite la implementación de estrategias de diagnóstico temprano y de monitoreo más frecuente.
Proporcionan información valiosa para el asesoramiento genético, permitiendo a los individuos tomar decisiones informadas sobre su salud y opciones de tratamiento.
Ayudan a personalizar el manejo clínico y los planes de tratamiento para aquellos con riesgo genético elevado, incluyendo intervenciones preventivas y estrategias de seguimiento específicas.
Permiten la adopción de medidas preventivas, como cirugías profilácticas o la implementación de estrategias de detección temprana, para reducir el riesgo de desarrollo de cáncer.
Contribuyen a la comprensión de la carga genética dentro de una familia, facilitando la identificación de otros miembros familiares que puedan estar en riesgo y beneficiarse de intervenciones preventivas.
Los datos obtenidos de estas pruebas pueden contribuir a la investigación clínica y científica, impulsando la comprensión de la genética del cáncer y el desarrollo de nuevas terapias.